Algunas batallas se ganan soltando.

Imagina por un momento en tu problema (ansiedad, preocupación, recuerdo traumático, culpa, exigencia, pensamiento en bucle etc.).

Ese problema se parece mucho a una persona que estuviese unida a un monstruo por una cuerda y con un foso entre ambos. Mientras en monstruo está tranquilo, dormido, calmado, tumbado, podemos verlo, pero en el momento en el que despierta se hace insoportable, insufrible, inaguantable, y tiramos de la cuerda para intentar conseguir tirar al monstruo a lo más profundo del foso. A veces parece que se calma al tirar de la cuerda, como si se diera por vencido, pero lo que en realidad ocurre a la larga es que cuánto más tiramos, más próximos estamos del filo del foso y, por contra, más grande, con más fuerza y más amenazante se está haciendo.

¿Y si el monstruo tira de la cuerda?

Así, la situación es que tienes que estar pendiente constantemente de si el monstruo se levanta para tirar de la cuerda, y además, cuando tú tiras el monstruo también lo hace, lo que a veces lleva a que estés al borde del abismo.

Y mientras, tu vida se limita a estar pendiente de la cuerda. Te gustaría no estar atado al monstruo, pero eso no es algo que pueda cambiarse, de manera que te planteas qué puedes hacer basándote en tu experiencia.

Una posibilidad es soltar la cuerda y ver al monstruo.

¿Y si… suelto la cuerda?

Otra que tu vida se limite a estar pendiente de la cuerda… ALGUNAS BATALLAS SE GANAN SOLTANDO.

Fuente: Hayes et al., 1999.

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Sara Oneca.

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