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¿Y qué es realmente la dependencia emocional?

La dependencia emocional es un patrón de comportamiento en el que una persona se siente fuertemente apegada a otra y experimenta un miedo intenso a perderla. Otra característica reseñable es que las personas dependientes sienten una necesidad excesiva y desmedida de la presencia, el afecto y la aprobación de otra persona. Suelen sentir que su vida depende de la aprobación y el amor de los demás, lo que puede llevar a relaciones tóxicas y perjudiciales para su bienestar emocional.

Esta dependencia puede manifestarse en diferentes ámbitos de la vida, incluyendo las relaciones románticas, las amistades y las relaciones familiares. Las personas que sufren de dependencia emocional a menudo tienen una baja autoestima y se sienten incapaces de ser felices sin la presencia y aprobación de otra persona.

¿Qué consecuencias tiene la dependencia emocional?

La dependencia emocional puede tener graves consecuencias en la salud mental de una persona, ya que puede limitar su capacidad para tomar decisiones y ser autónomo. Además, puede llevar a relaciones tóxicas y abusivas, en las que la persona dependiente se somete a las demandas de la otra persona a pesar de que estas sean perjudiciales para su bienestar.

¿Y se puede tratar desde la psicoterapia?

La respuesta corta es sí. Voy a explicarlo un poquito.

En psicología, la dependencia emocional se considera un trastorno de la personalidad que puede estar relacionado con otros trastornos, como la ansiedad, la depresión o los trastornos de apego. Los psicólogos solemos trabajar con pacientes que presentan dependencia emocional para ayudarles a identificar los patrones de comportamiento que están afectando su bienestar y su calidad de vida.

Una de las teorías más aceptadas sobre la dependencia emocional es la teoría del apego, que sugiere que las personas que han experimentado una infancia difícil o han sufrido traumas emocionales tienen más probabilidades de desarrollar este patrón de comportamiento. Además, como escribí al comienzo del artículo, también se ha demostrado que la dependencia emocional puede estar relacionada con la baja autoestima y la falta de confianza en uno mismo.

Con todos estos datos, es obvio que uno de los aspectos más importantes en el tratamiento de la dependencia emocional es ayudar a la persona a aumentar su autoestima y su capacidad para tomar decisiones. Esto puede incluir terapia individual o de pareja, así como la enseñanza de habilidades para la resolución de problemas y la toma de decisiones.

También es importante que la persona aprenda a reconocer las señales de una relación tóxica y a establecer límites claros y saludables en sus relaciones interpersonales. Naturalmente, esto implica aprender a decir «no» y a mantenerse firme en sus decisiones, así como a buscar apoyo en amigos y familiares que puedan ayudarle en su proceso de recuperación.

En resumen, la dependencia emocional puede ser una experiencia muy dolorosa y limitante para las personas que la sufren. Sin embargo, con la ayuda adecuada, es posible superarla y construir relaciones saludables y satisfactorias basadas en el respeto mutuo y la autonomía personal. Si sospechas que puedes estar sufriendo de dependencia emocional, es importante buscar ayuda de un profesional de la salud mental para recibir el tratamiento adecuado y mejorar tu bienestar emocional.

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Sara Oneca
La inseguridad.

La inseguridad es una reacción emocional que se acompaña de un gran malestar que aparece en diversas situaciones generalmente sociales y en aquellas en las que se deban tomar decisiones.

La inseguridad conlleva una falta de confianza en uno mismo que se relaciona con una autopercepción negativa personal en la que no se confía en uno mismo, ni en las propias capacidades, ni en los propios criterios a la hora de tomar decisiones. La inseguridad ciega las percepciones de las personas hasta tal punto que no logran ver sus propias habilidades tanto sociales como competenciales. Leer más

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Sara Oneca
Sin emociones no puedes elegir.

Antonio Damasio relata un curioso caso en la historia de la Neuropsicología.

El paciente Elliot, de 35 años, se había sometido a la extirpación de un peligroso tumor cerebral justo en las estructuras que son necesarias para que el razonamiento culmine en la toma de decisiones. Dichas estructuras eran los lóbulos frontales. Leer más

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Sara Oneca
Está bien no estar bien.

Nos hicieron creer que existían dos tipos de emociones: las positivas y las negativas.

Emociones positivas y negativas. ¿Seguro?

Positivas llamaron a la alegría, la sorpresa (agradable).

Las negativas supuestamente eran aquellas que hacían sentirnos en el otro extremo: la ira, el enfado, la tristeza…

Lo que no nos explicaron era que TODAS son adaptativas para nuestra supervivencia. Que todas son “buenas”, que todas son nuestras amigas y que todas van a guiarnos en este sorprendente camino que es la vida. Por tanto…

No hay emociones negativas.

No existe tal distinción. Todas forman parte de nuestra existencia y son nuestra guía vital. Está bien no estar bien.

A veces las mejores decisiones vienen precedidas de una fuerte emoción que nos ha enseñado algo más que necesario. Sí, está bien no estar bien, también.

Los «positivísimos» tienden a fracasar más.

De hecho,  la psicóloga alemana, investigadora y profesora de psicología en las Universidades de Nueva York y Hamburgo, Gabriele Oettingen, lo reafirma en varios estudios resumidos en su exitoso libro Rethinking positive thinking, algo así como «Repensando el pensamiento positivo». En esta obra, la profesora Oettingen afirma que, la solución no es acabar con los sueños y el pensamiento positivo. Pero sí de tener presente que la baja tolerancia a la frustración que producen esas ideas desemboca en que, las personas «siempre positivas» tienden a fracasar más que las que viven con un poco de pesimismo.

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