No quiero irme por las ramas; seguro que no has venido aquí a leer batallitas, ¡vamos a lo que importa!
Estos 5 trucos te ayudarán MUCHO a reducir el ESTRÉS y la ANSIEDAD.
Tomate un descanso. Practica yoga (si te gusta), escucha música, medita, hazte un masaje o aprende técnicas de relajación. Dejar a un lado momentáneamente el problema ayuda a despejar la cabeza.
Toma comidas equilibradas. No te saltes ninguna comida. Ten a mano caprichos saludables que aumenten tu energía.
Limita el alcohol y la cafeína, ¡piensa que el alcohol y la cafeína pueden agravar la ansiedad y desencadenar ataques de pánico!
Duerme lo suficiente. Cuando está estresado, tu cuerpo necesita dormir y descansar más.
Cuenta hasta 10 lentamente cuando notes que estás en mitad de un pico de estrés. Repite y cuenta hasta 20 si es necesario
Lamentablemente, a menudo, para las personas suele ser un gran tabú comentar que acuden a psicoterapia.
Este hecho ocurre porque existen muchos estigmas que circulan en torno a la figura del psicólogo. A menudo escuchamos creencias erróneas tales como: -“Ir al psicólogo es de locos”. -“Cualquier amigo es mejor que un psicólogo”. -“Los fármacos son mejores que acudir al psicólogo“.
¿Qué es un psicólogo?
El psicólogo es el profesional que se ha especializado en psicología.
La psicología es una disciplina científica que se encarga del análisis y del estudio de los procesos mentales, de la percepciones y de los comportamientos que mantienen los seres humanos en continua interacción con sus entornos físicos y sociales.
El psicólogo tiene como objetivo evaluar y tratar las problemáticas de la psique humana que pueden aparecer (depresión, ansiedad, problemas educativos, procesos de duelo complicado, problemas de pareja, problemas del desarrollo…) El psicólogo realizará un análisis del problema al comienzo de las sesiones y posteriormente le comunicará cómo realizar el trabajo terapéutico de una manera conjunta.
La cultura y la creación de estigmas.
Tanto el cine como la literatura han sido grandes generadores de estigmas en torno a la salud mental. El tratamiento que se le da oscila entre el sentimentalismo y el sensacionalismo, de modo que la percepción general de la población sobre la salud mental todavía está íntimamente ligada a escenas de películas y novelas. De hecho, se encuentran bastante alejadas de la realidad, del día a día de estos pacientes.
Sirva como ejemplo una película clásica como Alguien voló sobre el nido del cuco (1975). En este film, protagonizado por Jack Nicholson, se deja caer en el espectador la idea de que un psiquiátrico puede destruirte el alma. El argumento es aterrador. El preso McMurphy (Jack Nicholson) finge locura para escapar del trabajo en la prisión, pero finalmente es aplastado por el sistema y queda encerrado para siempre en aquel infernal instituto de salud mental. Años más tarde, el mismo actor daría vida a un asesino que, por supuesto, tiene problemas de salud mental en la terrorífica «El resplandor».
Myers y Jason, asesinos y, ¡que nadie lo dude!, con problemas de salud mental…
En los años ochenta, la mayor parte de los asesinos de adolescentes en las típicas películas «de miedo», como Viernes 13, Halloween o La matanza de Texas, son, naturalmente, enfermos mentales. Años antes, Hitchcock nos dejaba la indeleble imagen del asesinato en la ducha perpetrado por, ¡por supuesto! un enfermo mental: Psicosis.
De este modo, varias generaciones han crecido con la idea de que un problema mental, una enfermedad mental, un paciente de salud mental, es un tipo agresivo e incluso un asesino en potencia.
O pasamos al otro extremo, donde el protagonista sufre de algún problema mental y el guion se encarga de edulcorarlo para hacernos sentir pena en un ejercicio de paternalismo que poco o nada ayuda a la normalización de la salud mental.
Datos reales y medios de comunicación.
En el año 2014, un extraordinario estudio capitaneado por Jillian Peterson y publicado en Law and Human Behavior, mostró que, de los 429 delitos cometidos por personas con trastornos mentales graves en un año, sólo un 7,5% se relacionó directamente con los síntomas de la enfermedad. Por ejemplo, en dicho trabajo, un paciente de esquizofrenia oyó voces y al día siguiente participó en una pelea en un bar, aunque no estuviera escuchando la voces en el momento del altercado. Cabe preguntarse, ¿el incidente tuvo que ver con su esquizofrenia o realmente fue fruto de otros factores? Según las investigaciones la pelea se produjo porque otro cliente se burló del paciente por su forma de vestir pero los periódicos titularon que un «loco» había provocado una pelea.
Creencias, mitos y verdades.
Las creencias erróneas en torno a la figura del profesional de la psicología pueden provocar que se retrase un tratamiento precoz, el cual puede ser crucial en ciertas problemáticas en las que el éxito depende de la inmediatez del tratamiento tales como: problemas de enuresis o encopresis (orinarse o defecarse encima), problemas del desarrollo, del lenguaje, trastornos conductuales, procesos de duelo complicados, trastornos de la personalidad, etc.
En otras ocasiones, el retraso en acudir al profesional de la psicología incrementa el sufrimiento del paciente y con ello, termina desmoralizado, apático, con un bajo estado de ánimo, lo que termina por aumentar un malestar que pudiese haberse resuelto de una manera más inmediata y probablemente, en un menor número de sesiones, optimizando así el número de sesiones, coste y carga emocional del paciente.
Por lo tanto, si te encuentras en una situación que no sabes cómo afrontar, si necesitas asesoramiento educativo, o mantienes una relación de pareja complicada, si has perdido a un ser querido y te resulta difícil sobrellevar el dolor, no lo dudes y pide cita con un profesional acreditado y cualificado.
Las acciones de las emociones: ¿Te has preguntado alguna vez por qué esa persona responde de una determinada manera no acorde con la situación? ¿Has llegado a no comprender el comportamiento de un familiar que siempre está enojado? Muchas de nuestras conductas esconden una determinada emoción.
Los seres humanos tendemos a “ocultar” nuestras emociones primarias por miedo a una sociedad en la que no se nos permite expresar nuestro malestar. Entonces la situación acaba empeorando: tanto por la emoción de origen que está siendo reprimida, como por la emoción expresada, fruto del malestar de contener la primaria.
Aprendamos a no juzgar.
Aprendamos a preguntar, acompañar y comprender que detrás de cada conducta se esconde una emoción y la visible no tiene por qué ser la originaria.
La enfermedad de Alzheimer (EA) es una enfermedad neurodegenerativa con un curso progresivo e irreversible. Es la causa del 70 % de las demencias. El síntoma más común y que suele aparecer en etapas tempranas es la dificultad para recordar los eventos recientes (pérdida de la memoria a corto plazo). Con el avance de la enfermedad suelen aparecer los siguientes síntomas: problemas con el lenguaje; problemas de orientación; cambios de humor; sintomatología depresiva; pérdida de motivación; descuido personal; problemas comportamentales etc.
El deterioro del hipocampo.
El problema principal se encuentra en un deterioro del Hipocampo, responsable principal de la memoria. A medida que la EA progresa, se van perdiendo las neuronas y las conexiones sinópticas de la corteza cerebral y de algunas de las regiones subcorticales. Esto provoca una atrofia en las regiones afectadas, incluido el lóbulo temporal y el lóbulo parietal además de la corteza frontal y el giro cingulado. La degeneración también se produce en los núcleos cerebrales, principalmente en el locus coeruleus.
El maltrato en edades tempranas (abuso sexual, bullying, abuso físico, etc.) modifica las redes neuronales del cerebro.
En esta imagen de resonancia magnética podemos comprobar cómo los malos tratos causan daños físicos además de los psicológicos. Observamos un cerebro con menos conexiones neuronales. Todo esto afecta a las áreas encargadas de la percepción, de la regulación emocional y el control de impulsos. Con todo ello, se corre el riesgo de tener mayores conductas de consumo y adicciones, así como de sufrir trastornos mentales o psicológicos.
Gracias a las técnicas actuales de neuroimagen podemos comprobar la importancia que tiene cuidar la salud de los más pequeños.
El efecto del espectador, también llamado «difusión de responsabilidad» es un fenómeno psicológico que hace referencia a aquellas situaciones en las que, se da una situación de emergencia y es menos probable que se intervenga cuando hay más personas alrededor del suceso, que cuando se está solo ante él.
Este fenómeno ocurre porque se tiene la creencia errónea de que los otros espectadores prestarán la ayuda necesaria, ocasionando entonces que ningún espectador dé el paso para ello.
El fenómeno espectador: el caso de Kitty Genovese.
Y uno de los mejores ejemplos fue el caso de Kitty Genovese: en la madrugada del 13 de marzo de 1964, Kitty regresaba a su casa después de su jornada laboral. Cuando bajó del coche, vio a un hombre sospechoso que se acercaba. Ella al verlo, corrió hacia una cabina de teléfono pero el hombre la alcanzó y le atacó. Ella comenzó a gritar y los vecinos de alrededor comenzaron a encender las luces de sus casas, lo que hizo que su agresor se apartara, pero nadie acudió a socorrerla. Apagaron las luces y entonces su agresor continuó acuchillándola durante 35 minutos hasta acabar con su vida.
¿Espectadores en lugar de actores?
Posteriormente, Darley y Latané investigaron el porqué nadie había acudido a socorrer a Kitty. Tras muchas hipótesis y un amplio estudio del suceso, llegaron a la conclusión de que ante una situación de emergencia influyen principalmente dos factores: la difusión de la responsabilidad y la influencia social.
La difusión percibida de responsabilidad significa que cuántos más personas observando haya, menos responsabilidad sentirán los individuos de ayudar.
La influencia social ocurre cuando los sujetos observan el comportamiento de aquellos que los rodean para saber cómo actuar.
Las neuronas espejo son un grupo de neuronas descubiertas por el equipo del neurobiólogo Giacomo Rizzolatti en el año 1996 de forma accidental.
El equipo se encontraba investigando el cerebro de algunos primates cuando observaron que en éstos se activaban unas áreas concretas en sus cerebros cuando realizaban una serie de manipulaciones motoras con objetos.
Posteriormente, y lo interesante del estudio fue cuando se dieron cuenta de que las mismas áreas volvían a activarse, siendo, esta vez, los primates los que observaban al equipo realizando los movimientos con esos mismos objetos.
A esas conexiones neuronales que se activaban cuando se observaba el patrón motor que estaba siendo ejecutado por otro les denominaron: “las neuronas espejo”.
Reflejando patrones.
Dichas neuronas tienen la capacidad de reflejar los patrones motores que otros están realizando y a su vez intervienen en la capacidad de ponernos en “la piel del otro”.
Así es como sentimos tristeza cuando observamos a alguien que está llorando o nos sentimos alegres cuando alguien cercano a nosotros nos sonríe y nos contagia su felicidad.
Estas neuronas son muy importantes para nuestra supervivencia como seres humanos que somos, por comunicarnos y convivir formando parte de una sociedad. Evidentemente, son esenciales en nuestros primeros años de vida, como apoyo a la adquisición del lenguaje, gestos, normas culturales, normas sociales etc.
Las neuronas espejo son la base fundamental de una de las grandes cualidades del ser humano: la empatía.
Hablemos del duelo, y no me refiero al clásico de dos pistoleros enfrentados a la puerta de algún Salón en el Lejano Oeste.
¿Qué es el duelo?
El duelo es un proceso interno y personal que puede aparecer cuando perdemos a un ser querido o cuando sufrimos cualquier tipo de pérdida afectiva ya sea en el campo laboral, en cuestiones relacionadas con temas de vivienda, en las relaciones afectivas o en la muerte de un ser querido.
Tipos de duelo.
Existen dos tipos de duelo:
– El duelo normal es aquel que transcurre ante una situación adversa de sufrimiento emocional. Las personas experimentan un periodo de dolor emocional, aturdimiento, culpa, ira etc. Poco a poco estos sentimientos se van aliviando, logrando aceptar la pérdida y salir adelante.
– El duelo patológico es aquel que aparece meses o años después de la pérdida del ser querido o aquel que se ha estancado en alguna de las fases (o retrocedido) sin lograr avanzar.
En este tipo de duelo es fundamental contar con la ayuda de un profesional.
Por tanto, diríamos que el duelo es un proceso humano, donde las personas “aprenden a aceptar la pérdida como parte de la vida”
Las fases del duelo.
En 1969 la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross definió las fases del duelo (un total de 5):
1. Negación
En esta etapa se niega lo ocurrido como mecanismo de defensa ante la pérdida.
2. Ira
Se empieza a reconocer lo ocurrido acompañado de emociones intensas, de rabia y dolor. A menudo se buscan culpables de lo sucedido o se tiende a estar irascibles y agresivos con las personas más cercanas.
3. Negociación
En esta etapa se suele pensar qué hubiera pasado si las cosas hubieran sucedido de otra manera. Es una etapa llena de pensamientos intrusivos de duda y cuestionamiento.
4. Depresión
En esta etapa es cuando las emociones se vuelven muy intensas. Se experimentan: tristeza, culpa, vacío, añoranza etc. esta etapa debe de ser elaborada de un modo adecuado pues existe el riesgo de que acabe derivándose en un cuadro patológico depresivo. La intervención aquí es fundamental.
5. Aceptación
Es la última de las etapas en la que la persona aprende a convivir con la pérdida. Logra aceptar el vacío y puede retomar su vida de una manera resiliente.