La inseguridad es una reacción emocional que se acompaña de un gran malestar que aparece en diversas situaciones generalmente sociales y en aquellas en las que se deban tomar decisiones.
La inseguridad conlleva una falta de confianza en uno mismo que se relaciona con una autopercepción negativa personal en la que no se confía en uno mismo, ni en las propias capacidades, ni en los propios criterios a la hora de tomar decisiones. La inseguridad ciega las percepciones de las personas hasta tal punto que no logran ver sus propias habilidades tanto sociales como competenciales. Leer más
Antonio Damasio relata un curioso caso en la historia de la Neuropsicología.
El paciente Elliot, de 35 años, se había sometido a la extirpación de un peligroso tumor cerebral justo en las estructuras que son necesarias para que el razonamiento culmine en la toma de decisiones. Dichas estructuras eran los lóbulos frontales. Leer más
¿Cuántas veces has entrado en una pelea contra lo que siente tu interior?
¿Cuántas veces te has contenido las ganas de llorar, tanto en público como en privado, por tener la creencia de que llorar es cosa de débiles?
No.
Llorar no es cosa de débiles. Leer más
El amor hacia los demás comienza por amarse a uno mismo.
Alicia en el País de las Maravillas.
—¿Pero tú me amas?— Preguntó Alicia.
—¡No, no te amo!— Respondió el Conejo Blanco.
Alicia arrugó la frente y comenzó a frotarse las manos, como hacía siempre cuando se sentía herida.
—¿Lo ves?— Dijo el Conejo Blanco.
Ahora te estarás preguntando qué te hace tan imperfecta, qué has hecho mal para que no consiga amarte al menos un poco. Y es por eso mismo que no puedo amarte.
No siempre te amarán.
No siempre te amarán Alicia, habrá días en los cuales estarán cansados, enojados con la vida, con la cabeza en las nubes y te lastimarán. Porque la gente es así, siempre acaba pisoteando los sentimientos de los demás, a veces por descuido, incomprensiones o conflictos con sí mismos. Y si no te amas al menos un poco, si no creas una coraza de amor propio y felicidad alrededor de tu corazón, los débiles dardos de la gente se harán letales y te destruirán.
La primera vez que te vi hice un pacto conmigo mismo: «¡Evitaré amarte hasta que no hayas aprendido a amarte a ti misma!»
Por eso Alicia no, no te amo.
Lamentablemente, a menudo, para las personas suele ser un gran tabú comentar que acuden a psicoterapia.
Este hecho ocurre porque existen muchos estigmas que circulan en torno a la figura del psicólogo. A menudo escuchamos creencias erróneas tales como: -“Ir al psicólogo es de locos”. -“Cualquier amigo es mejor que un psicólogo”. -“Los fármacos son mejores que acudir al psicólogo“.
¿Qué es un psicólogo?
El psicólogo es el profesional que se ha especializado en psicología.
La psicología es una disciplina científica que se encarga del análisis y del estudio de los procesos mentales, de la percepciones y de los comportamientos que mantienen los seres humanos en continua interacción con sus entornos físicos y sociales.
El psicólogo tiene como objetivo evaluar y tratar las problemáticas de la psique humana que pueden aparecer (depresión, ansiedad, problemas educativos, procesos de duelo complicado, problemas de pareja, problemas del desarrollo…) El psicólogo realizará un análisis del problema al comienzo de las sesiones y posteriormente le comunicará cómo realizar el trabajo terapéutico de una manera conjunta.
La cultura y la creación de estigmas.
Tanto el cine como la literatura han sido grandes generadores de estigmas en torno a la salud mental. El tratamiento que se le da oscila entre el sentimentalismo y el sensacionalismo, de modo que la percepción general de la población sobre la salud mental todavía está íntimamente ligada a escenas de películas y novelas. De hecho, se encuentran bastante alejadas de la realidad, del día a día de estos pacientes.
Sirva como ejemplo una película clásica como Alguien voló sobre el nido del cuco (1975). En este film, protagonizado por Jack Nicholson, se deja caer en el espectador la idea de que un psiquiátrico puede destruirte el alma. El argumento es aterrador. El preso McMurphy (Jack Nicholson) finge locura para escapar del trabajo en la prisión, pero finalmente es aplastado por el sistema y queda encerrado para siempre en aquel infernal instituto de salud mental. Años más tarde, el mismo actor daría vida a un asesino que, por supuesto, tiene problemas de salud mental en la terrorífica «El resplandor».
Myers y Jason, asesinos y, ¡que nadie lo dude!, con problemas de salud mental…
En los años ochenta, la mayor parte de los asesinos de adolescentes en las típicas películas «de miedo», como Viernes 13, Halloween o La matanza de Texas, son, naturalmente, enfermos mentales. Años antes, Hitchcock nos dejaba la indeleble imagen del asesinato en la ducha perpetrado por, ¡por supuesto! un enfermo mental: Psicosis.
De este modo, varias generaciones han crecido con la idea de que un problema mental, una enfermedad mental, un paciente de salud mental, es un tipo agresivo e incluso un asesino en potencia.
O pasamos al otro extremo, donde el protagonista sufre de algún problema mental y el guion se encarga de edulcorarlo para hacernos sentir pena en un ejercicio de paternalismo que poco o nada ayuda a la normalización de la salud mental.
Datos reales y medios de comunicación.
En el año 2014, un extraordinario estudio capitaneado por Jillian Peterson y publicado en Law and Human Behavior, mostró que, de los 429 delitos cometidos por personas con trastornos mentales graves en un año, sólo un 7,5% se relacionó directamente con los síntomas de la enfermedad. Por ejemplo, en dicho trabajo, un paciente de esquizofrenia oyó voces y al día siguiente participó en una pelea en un bar, aunque no estuviera escuchando la voces en el momento del altercado. Cabe preguntarse, ¿el incidente tuvo que ver con su esquizofrenia o realmente fue fruto de otros factores? Según las investigaciones la pelea se produjo porque otro cliente se burló del paciente por su forma de vestir pero los periódicos titularon que un «loco» había provocado una pelea.
Creencias, mitos y verdades.
Las creencias erróneas en torno a la figura del profesional de la psicología pueden provocar que se retrase un tratamiento precoz, el cual puede ser crucial en ciertas problemáticas en las que el éxito depende de la inmediatez del tratamiento tales como: problemas de enuresis o encopresis (orinarse o defecarse encima), problemas del desarrollo, del lenguaje, trastornos conductuales, procesos de duelo complicados, trastornos de la personalidad, etc.
En otras ocasiones, el retraso en acudir al profesional de la psicología incrementa el sufrimiento del paciente y con ello, termina desmoralizado, apático, con un bajo estado de ánimo, lo que termina por aumentar un malestar que pudiese haberse resuelto de una manera más inmediata y probablemente, en un menor número de sesiones, optimizando así el número de sesiones, coste y carga emocional del paciente.
Por lo tanto, si te encuentras en una situación que no sabes cómo afrontar, si necesitas asesoramiento educativo, o mantienes una relación de pareja complicada, si has perdido a un ser querido y te resulta difícil sobrellevar el dolor, no lo dudes y pide cita con un profesional acreditado y cualificado.
Nos hicieron creer que existían dos tipos de emociones: las positivas y las negativas.
Emociones positivas y negativas. ¿Seguro?
Positivas llamaron a la alegría, la sorpresa (agradable).
Las negativas supuestamente eran aquellas que hacían sentirnos en el otro extremo: la ira, el enfado, la tristeza…
Lo que no nos explicaron era que TODAS son adaptativas para nuestra supervivencia. Que todas son “buenas”, que todas son nuestras amigas y que todas van a guiarnos en este sorprendente camino que es la vida. Por tanto…
No hay emociones negativas.
No existe tal distinción. Todas forman parte de nuestra existencia y son nuestra guía vital. Está bien no estar bien.
A veces las mejores decisiones vienen precedidas de una fuerte emoción que nos ha enseñado algo más que necesario. Sí, está bien no estar bien, también.
Los «positivísimos» tienden a fracasar más.
De hecho, la psicóloga alemana, investigadora y profesora de psicología en las Universidades de Nueva York y Hamburgo, Gabriele Oettingen, lo reafirma en varios estudios resumidos en su exitoso libro Rethinking positive thinking, algo así como «Repensando el pensamiento positivo». En esta obra, la profesora Oettingen afirma que, la solución no es acabar con los sueños y el pensamiento positivo. Pero sí de tener presente que la baja tolerancia a la frustración que producen esas ideas desemboca en que, las personas «siempre positivas» tienden a fracasar más que las que viven con un poco de pesimismo.
Las acciones de las emociones: ¿Te has preguntado alguna vez por qué esa persona responde de una determinada manera no acorde con la situación? ¿Has llegado a no comprender el comportamiento de un familiar que siempre está enojado? Muchas de nuestras conductas esconden una determinada emoción.
Los seres humanos tendemos a “ocultar” nuestras emociones primarias por miedo a una sociedad en la que no se nos permite expresar nuestro malestar. Entonces la situación acaba empeorando: tanto por la emoción de origen que está siendo reprimida, como por la emoción expresada, fruto del malestar de contener la primaria.
Aprendamos a no juzgar.
Aprendamos a preguntar, acompañar y comprender que detrás de cada conducta se esconde una emoción y la visible no tiene por qué ser la originaria.
Hablemos del duelo, y no me refiero al clásico de dos pistoleros enfrentados a la puerta de algún Salón en el Lejano Oeste.
¿Qué es el duelo?
El duelo es un proceso interno y personal que puede aparecer cuando perdemos a un ser querido o cuando sufrimos cualquier tipo de pérdida afectiva ya sea en el campo laboral, en cuestiones relacionadas con temas de vivienda, en las relaciones afectivas o en la muerte de un ser querido.
Tipos de duelo.
Existen dos tipos de duelo:
– El duelo normal es aquel que transcurre ante una situación adversa de sufrimiento emocional. Las personas experimentan un periodo de dolor emocional, aturdimiento, culpa, ira etc. Poco a poco estos sentimientos se van aliviando, logrando aceptar la pérdida y salir adelante.
– El duelo patológico es aquel que aparece meses o años después de la pérdida del ser querido o aquel que se ha estancado en alguna de las fases (o retrocedido) sin lograr avanzar.
En este tipo de duelo es fundamental contar con la ayuda de un profesional.
Por tanto, diríamos que el duelo es un proceso humano, donde las personas “aprenden a aceptar la pérdida como parte de la vida”
Las fases del duelo.
En 1969 la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross definió las fases del duelo (un total de 5):
1. Negación
En esta etapa se niega lo ocurrido como mecanismo de defensa ante la pérdida.
2. Ira
Se empieza a reconocer lo ocurrido acompañado de emociones intensas, de rabia y dolor. A menudo se buscan culpables de lo sucedido o se tiende a estar irascibles y agresivos con las personas más cercanas.
3. Negociación
En esta etapa se suele pensar qué hubiera pasado si las cosas hubieran sucedido de otra manera. Es una etapa llena de pensamientos intrusivos de duda y cuestionamiento.
4. Depresión
En esta etapa es cuando las emociones se vuelven muy intensas. Se experimentan: tristeza, culpa, vacío, añoranza etc. esta etapa debe de ser elaborada de un modo adecuado pues existe el riesgo de que acabe derivándose en un cuadro patológico depresivo. La intervención aquí es fundamental.
5. Aceptación
Es la última de las etapas en la que la persona aprende a convivir con la pérdida. Logra aceptar el vacío y puede retomar su vida de una manera resiliente.
La teoría triangular del amor fue descrita por primera vez por el psicólogo estadounidense Robert Sternberg en el año 1986. Dicha teoría se compone de tres elementos esenciales: la pasión, la intimidad y el compromiso. No es la primera vez que hablo del amor en el blog, pero es que el tema, sin lugar a dudas, lo merece.
El triángulo del amor.
En base a estos elementos propone la existencia de siete tipos de amor que vendrían determinados por el elemento o los elementos que más peso tuvieran dentro de la relación.
Los elementos son los siguientes:
1. Pasión
Según Stenberg es el deseo de unión sexual con el otro miembro de la pareja.
2. Intimidad
Refiriéndose a ella como la base de la confianza, la aceptación y el amor propio. Es el componente más personal y privado de cada miembro de la pareja.
3. Compromiso
Es el acuerdo mutuo de mantener una unión con el otro miembro de la pareja estableciendo así unas expectativas de futuro.
Los siete tipos de amor.
1. El cariño
Esta relación se da cuando dos personas sienten amistad. El componente que tendrán en común es la intimidad. En muchas relaciones esta relación es el paso previo a la relación de pareja.
2. Encaprichamiento
Esta relación se basa únicamente en la pasión. Muchas parejas consolidadas comienzan por esta característica. Sería lo que conocemos como “flechazo”.
3. Amor vacío
En esta relación solo existe el compromiso. Suele darse en matrimonios por conveniencia o en parejas en las que se han agotado los otros componentes, como la pasión y la intimidad.
4. Amor romántico
Este tipo de amor está compuesto por pasión e intimidad. Se aman y desean pero sin un compromiso de futuro.
5. Amor sociable
En esta relación predominan la intimidad y el compromiso, sin pasión. Es el que suele aparecer con el pasar de los años donde desaparece la pasión.
6. Amor fatuo
En esta relación existe la pasión y el compromiso, pero sin intimidad, no existiendo un vínculo de complicidad.
7. Amor consumado
Es el que denominaríamos como “el amor ideal” el deseado, en el que se dan los tres componentes del amor. Existe intimidad, pasión y unos planes de futuro en el que ambos están comprometidos entre sí.
La vida es un túnel de entrada permanentemente abierta. Conocemos personas que forman parte de nuestro entorno, forman parte de nuestra vida y llegan a formar parte de la evolución de nuestra personalidad.
Muchas de ellas forjaron parte de lo que hoy verdaderamente somos. Fueron los culpables de nuestras cicatrices. Fueron los maestros de nuestra manera de amar. Y nuestros guías en lo que debemos desear.
Muchos de ellos se fueron dejando escrito su nombre en nuestros pechos.
Entonces es cuando te preguntas…
¿ Quién fue tu primer amor?
¿Quién fue esa primera persona que te mostró este sentimiento?
¿Es acaso la misma con la que caminas en el día de hoy?
¿ O realmente el primer amor siempre es el primero? ¿ Siempre podemos volver a tener un primer amor?
Realmente a día de hoy no está nada definido.
Lo único que se puede asegurar, es lo que ya dijo Haruki Murakami «cuando salgas de la tormenta ya no serás la misma persona que entró en ella»….
Y sí…
Definitivamente, cada día que pasa, cada experiencia que tenemos, cada persona que entra y sale de nuestra vida nos deja una sombra de truenos… Que se convierte en paz.
Nunca en esta vida sabremos quien fue realmente nuestro verdadero amor, puesto que éste reside en nosotros mismos.